En que consiste nuestro trabajo

QUE HACEMOS Por Rita de Pardo

El proyecto de Servicio Educativo Solidario para escuelas de Salta y Jujuy, se basa en los principios de la educación y la solidaridad, contenidos y derivando en el fortalecimiento de la dignidad de la persona humana, del bien común, la participación y el encuentro con otras culturas.

Fueron muchas las ideas y trabajos que se realizaron a lo largo de estos años, para poner en marcha estos valores y principios, así se desarrollaron proyectos como: “El intercambio cultural”, “El correo escolar”, “El perfeccionamiento docente” a través de la UNSA desde el año 1995, “Buscando nuestras raíces”, “El museo”, “Equipamiento del hospital”, “Equipamiento y actualización constante de la biblioteca del alumno y del docente”, “Aportes pedagógicos” los cuales cumplieron sus objetivos. Otros como: “La huerta”, “El invernáculo” en las escuelas de La Falda y San Felipe, la plantación de 200 estacas de álamos, la iniciación de “la granja” llevando animales de pedigree (aves, conejos, pavos), si bien, por distintos motivos no dieron el resultado esperado, ello no quiere decir que no se pueda volver a intentarlo aplicando nuevas metodologías, realizando compromisos de acción y aprovechando las fortalezas conocidas. Es valido que nunca dejemos de apreciar lo realizado y lo articulemos con las nuevas iniciativas.

El conjunto de condiciones de vida social, el vínculo afectivo que existe para con ellos, el conocernos durante estos quince años nos ha dado la posibilidad de concretar logros más plenos y de esta manera estar realizando una intensa labor cuyo objetivo es el bien común, fortaleciendo el respeto a las personas, convencidos de que todos tienen derecho a una mejor condición de vida, aunque para nosotros, los integrantes de PUENTES DEL ALMA sea una eterna búsqueda.

DEL 94 AL 2008   - 15 años de historia

En el año 1994, en el Encuentro de maestros rurales en Utracán, (La Pampa), los docentes de Rúnciman conocimos a los docentes Noemí Videla y César Zambrano quienes se desempeñaban en la Escuela 440 de La Falda, Santa Victoria Oeste, Salta.

Con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura de Santa Fe diagramamos este Proyecto de servicio educativo solidario el cual duraría tres años (diagnóstico, ejecución y evaluación). Apuntábamos a mejorar el aporte pedagógico de nuestros colegas y así llegar a niños y comunidad, con bibliografía para el docente, textos y útiles para el alumno, algo de alimentos, el botiquín escolar y ropa para paliar mínimamente la situación del momento.

Cuando conocimos el lugar, poco expertos en montaña, nos dijimos “acá no volvemos nunca más” y de hecho, Vilma (una de las docentes) se volvió antes y no regresó nunca. Nos habíamos asustado mucho. A pesar de todo “entre miedos y fuertes emociones”, allí estaban niños y familias de aquel rodeo pidiendo que no los abandonemos, que sólo nuestra visita era más que significativa. Mostraban una gran necesidad del otro, de la charla, aunque ellos poco hablan, pero pudieron divertirse con los cantos y juegos del profesor Jorge Rico, se animaron y danzamos alrededor del fuego, bajo la luna comida típica mezclada con costumbres ancestrales y, a la luz del farol, el nueve de julio de 1994 por la noche, después del festejo patrio nos encontrábamos firmando el acta de padrinazgo. Creo que en ese momento no teníamos conciencia de lo que hacíamos. Y así entre tropezones, caídas, caballos espantados, después de haber dormido sobre unos bancos, cruzábamos por el angosto camino para volver a Victoria. Allí quedaban nuestros “nuevos amigos” con caras tristes y descreídas, quizá pensando que no volveríamos más.

Y… así transcurrió el tiempo y en estos años se fueron sumando solicitando apoyo (como le decimos cuando se realiza aporte a las escuelas, sin compromiso de padrinazgo) la Escuela de Soledad; la de Lizoite del Carmen; del Abra de Araguyo; de Iruya; de Vizcachani; la Escuela técnica de La Quiaca; la Escuela de Cholacor; escuela Infanto Juvenil de Gendarmería La Quiaca; el Instituto Psico-pedagógíco Infantil de La Quiaca, a quienes en algún momento de todos estos años se les asistió de diferentes maneras. Surgiendo años posteriores el padrinazgo de El Puesto, San Felipe, y el jardín de Barrios.

A lo largo de estos años, hemos instalado en los colegios paneles solares y grupos electrógenos, se construyeron y equiparon los albergues escolares para disminuir la deserción escolar, ya que los niños deben recorrer largas distancias con fríos intensos para llegar a los colegios. Proveímos de vajilla, cocinas industriales, freezer a gas, mesas, bancos, y todo le necesario para los comedores de las Escuelas; armamos bibliotecas áulicas y del docente, aportamos material tecnológico (computadoras, TV, equipos de audio y fotocopiadora), y atendimos a las necesidades propias de cada comunidad.

En la actualidad se atiende a nuestros ahijados y se apoya al hospital, la Escuela Media y el Albergue, al Albergue Infantil, la Escuela Primaria, Pucará, Pucallpa, Punco Vizcana, Hornillos, Trigo Huayco, San Juancito.

Pensando esta trayectoria descripta a la cual le falta cada vivencia que nos son propias, cada abrazo, cada despedida, cada niño particular esperando su padrino, sus caras curtidas, las manos rugosas de los grandes, los ojos opacos de los ancianos diciendo: “Los esperamos para el año” y ya no dudan de que así será. El que tiró de nuestro “sillero” o el que nos tiende la mano para cruzar el río y se moja para que no nos mojemos, los cargueros que cargan nuestras mochilas para aliviarnos el peso, y cuidan de las mulas que portan las donaciones para que todo llegue bien a cada escuela. Eso sólo lo experimenta el que está ahí, en la mano de Dios y en la de ellos que nos cuidan más que su propia vida, nos preguntamos ¿Tiene precio esto?.

Por eso, pensar que todo está hecho es una buena excusa para evitar el esfuerzo, creer que no podemos hacer nada mejor de lo que ya está dado, es el mejor escondite para escapar del trabajo. En estos tiempos de plazos urgentes podemos seguir haciendo las cosas a nuestra manera, si no es superior a la de otro, al menos nuestra obra contendrá el mérito de habernos superado a nosotros mismos. Si no es valioso el resultado deberá serlo el empeño puesto en la tarea. Si no nos lleva a la meta, cuanto más nos llevará un paso más adelante en el camino. El producto de una labor honesta, de la entrega personalizada de cada donación, del tiempo que nos lleva, podrá ser aprobado o desaprobado, podrá obtener éxito o fallar, podrá satisfacer o decepcionar las expectativas ajenas, pero contará invariablemente siempre que hayamos puesto en él nuestra máxima diligencia, con el respeto que merece la obra de todo aquel que pone su fuerza, su inteligencia, su habilidad y su vocación, al servicio de la causa del trabajo solidario.