Desde Santa Victoria Oeste

CARTA ENVIADA POR EL PROF. DAVID A. LÓPEZ

Queridos Alumnos:

Que Dios los bendiga e ilumine sus corazones.

Mi nombre es David, desde hace varios años me desempeño como docente en el Colegio Secundario, donde enseño “Historia”. Sé que a muchos no les gusta, pero trato de hacerla interesante y amena.

Les cuentos que mis alumnos se entusiasmaron muchísimo con sus cartas. Ojalá que este “Puente del Alma” sea también un puente de comunicación entre uds. para que nos conozcan y sepan que muy lejos hay jóvenes y niños que sueñan con un país diferente.

Santa Victoria Oeste está muy lejos. Es uno de los lugares más distantes de la provincia de Salta. Aquí viven y sobreviven pueblos originarios. Descendientes de etnias que poblaron Los Andes desde tiempos precolombinos. Su cultura es su rasgo más notable, todavía se conservan creencias y costumbres ancestrales.

Esta es nuestra riqueza.

Su paisaje es imponente. A 5000 metros sobre el nivel del mar es como estar en el techo del mundo. Es el dominio del viento, del cóndor y de la vicuña. Entre las montañas, pastores de ovejas y pequeños pueblos escondidos del tiempo. Hacia el oriente, el paisaje cambia, es el dominio de las sierras, de ambiente tropical, exuberante y rico es especies vegetales y animales.

Aquí se encuentra el Parque Nacional Baritú. Uno de los pocos escenarios naturales que se conservan intactos en nuestro país.

La realidad de muchos jóvenes es dura, viven entre las montañas, en casas de adobe con techo de paja y barro. Sus familias son pastores y pequeños agricultores de subsistencia. Desde muy niños deben colaborar en el seno familiar en las diversas tareas campesinas. Aquí no hay caminos carreteros, ni luz eléctrica, ni teléfono, ni Internet, etc. ( sólo en el pueblo hay algunos servicios).

La escuela cumplió, papel fundamental, sobre todo en la visión de un mundo diferente, aunque muchas veces se olvida de nuestra historia y cultura.

Desde muy jóvenes, deciden salir a trabajar, muchos van a la cosecha de uva y manzana en Mendoza, al tabaco en Jujuy, a la cebolla de Bahía Blanca, a la caña de azúcar en Tucumán. Algunos se marchan para siempre, otros vuelven y continúan estudiando. Son muy luchadores. Admiro su fortaleza.

Les cuento que el año pasado, creamos un comedor para los chicos que vienen del campo. Allí concurren 130 jóvenes. El año que pasó uds. nos colaboraron con mercadería, elementos de cocina y un freezer, entre otras cosas. Estamos muy agradecidos.

No quiero aburrirlos con nuestra historia de penas y olvidos. Sólo deseo que este lazo comunicacional no se corte, sea el comienzo de un encuentro maravilloso entre seres humanos.

Muchas gracias. Un abrazo. David