Estos establecimientos

educativos suelen estar en zonas aisladas y de acceso complicado, CON CAMINATAS QUE LLEGAN HASTA 5 HS. los alumnos que concurren a ellos deben recorrer enormes distancias, todos los días, para poder acceder a su educación, otros en cambio, para evitar el largo recorrido y que no abandonen la escuela VIVEN EN ELLAS, EN ALBERGUES QUE MUCHA GENTE AYUDA A CONSTRUIR.
En general, en las escuelas de frontera los niños están a cargo de un único maestro, y pasan allí todo el día, pues se les brinda además de la educación su alimentación, en muchos casos la única que pueden recibir.

A lo largo de las extensas fronteras de nuestro país (9.376 kilómetros) existen alrededor de 11.000 escuelitas (contemplando no sólo aquellas ubicadas estrictamente en zonas fronterizas, sino haciendo extensiva la consideración a un área un poco más amplia, incluyendo las llamadas escuelas rurales -que en todos los casos están alejadas de zonas urbanas, en nuestro caso apadrinamos dos del monte chaqueño).

El "Día de las Escuelas de Frontera" fue instituido por medio del Decreto Nº 1531 del Poder Ejecutivo Nacional, en conmemoración del día de aprobación de la ley 19.524, sancionada el 14 de marzo de 1972 para proteger y desarrollar las escuelas en zonas y áreas de frontera.

Estas escuelas no podrían subsistir de no ser por la profunda vocación y el enorme cariño de los docentes, que no son sólo maestros sino también en muchos casos casi padres de sus alumnos, y se encargan de todas las tareas y necesidades de la vida en los establecimientos: comidas, vestimenta, útiles, mantenimiento, salud.
Las carencias y las dificultades son muchísimas, quizás demasiadas para lo que un ser humano medio, acostumbrado a las comodidades y facilidades de las grandes urbes, podría soportar. Pero gracias a estos miles de "DOCENTES" que podemos encontrar a lo largo y a lo ancho de ,nuestro país, hay muchos chicos que aún pueden soñar con forjarse un futuro mejor para ellos y sus familias.

Aun en sus precarias condiciones de infraestructura, alimentación y sanidad, los chicos aprenden no sólo a leer, escribir o sumar, sino también a trabajar la tierra o criar animales para generar producción para su propia subsistencia. De todos modos, la solidaridad de los alumnos y de las comunidades urbanas sigue siendo de gran ayuda para su mantenimiento y evolución, pero sobre todo para sentirse acompañados y queridos, para sentir que también ellos son argentinos y, desde su lugar, forjan día a día nuestra Nación. NO LOS DEJEMOS SOLOS.